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sábado, 24 de octubre de 2009

LOS EMOS EN EL SALADOR


En el Salvador la moda Emo empezó, como muchas tendencias, con la música. Pero pronto se volvió una moda y un estilo de vida para muchos y muchas adolescentes. Algunos, los más extremistas, gustan del sufrimiento y se consideran sensibles y aislados. Ya preocupan a padres de familia y maestros
Los emos son parte de la subcultura juvenil que gana adeptos en El Salvador y el mundo y que se distingue por expresar depresión, por mezclar un estilo punk y gótico en el vestir y por tener un gusto por la música de grupos emo punk. Una subcultura cuyas raíces datan de la segunda mitad de los ochenta y proviene de la mezcla musical del underground como el hardcore y el punk, y que alcanzó mayor popularidad a finales de los noventa y su clímax en el siglo que arranca.


Casos de Emos en EL Salvador


Eva –como pidió llamarla para cuidar su anonimato tras los ataques que los de su tipo han sufrido en otros países— tiene 15 años y se llama a sí misma “una chica emo”.

-Eva es así desde hace un año. Cambió sus gustos, su físico, su peinado, su mirada, y hasta sus amigos. Lo hizo, asegura, por la separación de sus padres. “Cuando mis papás se separaron, mi mundo se quebró, ellos no pensaron si eso me dolía o si necesitaba más afecto. Además agarraron una postura como si yo no existiera”, expresó mientras jugaba con las cintas de sus zapatos tipo All Star con pequeñas calaveras dibujadas.
Las leves cicatrices en las muñecas no puede ocultarlas. Dice que se hirió para sentirse viva, que era la manera de recordar cada tristeza o desengaño que estaba viviendo. Esa es una de las características de los emos más radicales: el sufrimiento. (Otros, sin embargo, son menos extremistas y se limitan a oír la música y vestirse como tales.)

-Eva: “A veces cuando me siento triste me encierro en el cuarto, agarro un pedazo de espejo que quebré y me corto en las manos y las piernas, eso me causa un poco de satisfacción”


Otros jóvenes como ella se aíslan y se mantienen al margen de las personas que no comparten sus ideales. Entonces encuentran compañía en otros adolescentes, la mayoría cursa tercer ciclo, o incluso grados inferiores, lo que tiene preocupados a padres de familia y directores de algunos colegios.


Otros casos de joenes con problemas influenciados con la moda emo en El SAlvador:

Ana y Luisa —nombres ficticios— lo ejemplifican bien: estudian quinto grado en un centro escolar de Santa Tecla. Tienen apenas 12 y 13 años y dicen ser fieles seguidoras de la denominada “subcultura de la depresión”. Ana contó que antes de ser emo, era punk (corriente que surgió en los setenta que promovía la rebeldía y anarquía), y que cuando salía vestida como ellos sus papás la regañaban. Hoy, cuando puede se maquilla los ojos de negro, se deja el fleco o mechón en el rostro y utiliza ropa negra y rosada. “No me importa lo que la gente diga de mí, me siento bien siendo quien soy y luciendo como luzco”, resume Ana.
Según la psicóloga juvenil y antropóloga Alba Luz Recinos, los adolescentes de entre 12 y 15 años son vulnerables ante este tipo de moda que se ha transculturizado; el peligro es que no solo imitan la vestimenta, sino también las actitudes, en este caso las autodestructivas: “Es una cultura imitada, los jóvenes no solo copian la moda sino también las actitudes, y que por desgracia son autodestructivas”. En efecto, el fenómeno viene desde EUA y Europa y ahora salpica varios países latinos, donde otras subculturas se manifiestan en su contra.

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